EL ARTE EN LOS TIEMPOS DEL COLERA

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Maso di Banco. Detalle de los frescos de la capilla Bardi. Iglesia de la Santa Croce. Florencia.

 

“……….. por no parecer ingrato me he propuesto prestar algún alivio, en lo que puedo y a cambio de los que he recibido, si no a quienes me ayudaron y que por ventura no tienen necesidad de él por su cordura y por su buena suerte, al menos a quienes hayan menester. Y aunque mi apoyo, o consuelo si queremos llamarlo así, puede ser y sea bastante poco para los necesitados, no deja de parecerme que debe ofrecerse primero allí donde la necesidad parezca mayor, tanto porque sea más útil como porque será recibido con mayor deseo.”

Giovanni Boccaccio ( Decamerón, Proemio)

 

Hacía meses que no me sentaba a escribir y ha hecho falta una plaga venida del este y la habitual brisa del oeste para que me ponga de nuevo en marcha. El tiempo libre obligatorio me hace sentirme mal, tengo la sensación de que malgasto mi ocio y que perdiendo el tiempo, pierdo la oportunidad de hacer, o al menos de intentar, algo que me redima de mi culpabilidad.

Pero hay un tercer motivo que me ha empujado a escribir, escondido e inconsciente, pero que se ha hecho presente en el momento oportuno. Es sorprendente como detalles pequeños , imperceptibles, disparan resortes que nos llevan a cambiar conductas o a abrir ventanas por mucho tiempo cerradas. Se esconden en nuestro subconsciente pero se manifiestan de modo claro y contundente. Y este tercer motivo no ha sido otro que la contemplación descuidada de un fragmento de un cuadro de Taddeo di Bartolo mientras deambulaba sin rumbo por la jungla de las redes sociales. El cuadro de Taddeo remitía a una exposición inaugurada e inmediatamente clausurada en la ciudad de Perugia. La peste del este se cobraba una nueva víctima, la cultura. Imaginaba las tristes salas  llenas de maravillosos cuadros, pero solitarias y silenciosas.

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Maso di Banco. Detalle de los frescos de la capilla Bardi. Iglesia de la Santa Croce. Florencia.

 

Y este renovado deseo de escribir, junto a la mayor disposición de tiempo libre y el sutil resorte disparado en mi interior, prácticamente me han obligado a sentarme de nuevo frente al teclado. No quiero que estas palabras se conviertan en un triste y torpe ensayo sobre la relación entre arte y epidemias, entre creación y muerte. Deseo que sea una reflexión personal, torpe también, pero al menos sincera.

La reflexión nace después de consultar on line un libro editado en Princeton hace tiempo, en 1951, y titulado “ Pittura a Firenze e Siena dopo la morte nera. Arte, religione e società alla metà del trecento” ( creo que no es necesaria la traducción) y escrito por por Millard Meiss, reconocido historiador del arte del siglo pasado. Meiss sostiene que la peste que asoló en 1348 Italia, así como el resto de Europa, supuso una detención del movimiento artístico. La peste fue tan cruel y excepcional que quedó grabada en la memoria colectiva pese a la relativa familiaridad con la que se vivían entonces las epidemias.

En Florencia en 1348 y como consecuencia de la peste, murieron importantes pintores como Maso di Banco y Bernardo Daddi, ambos discípulos de Giotto, así como el escultor Andrea Pisano, autor de una de las puertas del Baptisterio de San Giovanni en Florencia. Y en Siena y también como consecuencia de la misma peste murieron los hermanos Pietro y Ambrogio Lorenzetti, discípulos de Duccio di Buoninsegna. Todos estos pintores eran de los mas importantes sucesores de la importante renovación estilística que surgió en la Toscana a finales del duecento y en los años iniciales del trecento.

 

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Maso di Banco. Detalle de los frescos de la capilla Bardi. Iglesia de la Santa Croce. Florencia

 

 

Según el historiador norteamericano, con la desaparición de estos grandes maestros, los herederos de Duccio y Giotto, y con la impronta que la cruel peste había dejado en la población de las ciudades, habrían surgido en la segunda mitad del trecento “impulsos irracionales y teocráticos” y la terrible epidemia habría sido el factor determinante de “la dirección regresiva” de la pintura florentina y sienesa de la segunda mitad del trecento. Meiss encuentra “ una tendencia trascendente y teocrática, medieval y antigiottesca” en la pintura posterior a 1348. Meiss tomaba como referencia la obra de Andrea di Cione, más conocido como Orcagna, activo en Florencia entre 1343 y 1368.

¿ Pero es verdad que lo que sostiene Meiss es lo que realmente ocurrió con la pintura en la segunda mitad del trecento?, ¿ es verdad que desaparecieron los conceptos giottescos de la pintura protorrenacentista?. Si aceptamos estas teorías ¿ dónde colocamos a pintores de enorme valor tales como Stefano o al mismo Giottino?. Ambos pintores estuvieron activos entre 1350 y 1370 y siguieron el estilo de su maestro Giotto, marcaron una clara continuidad en el desarrollo de la pintura que se venia realizando en ambas ciudades toscanas anteriormente al año 1348. Tanto Stefano como Giottino, junto con otros pintores no citados, marcan el nexo de unión entre la pintura anterior a la peste y la que se realizó después, entre los primeros discípulos de Giotto y Duccio y el estilo mas moderno conocido como Gótico internacional que surgió en la Italia del norte a finales del trecento y en el que destacaron artistas de primerísimo nivel como Giovanni da Milano, Lorenzo Monaco o Gentile da Fabriano.

Entonces, ¿qué pudo pasar para que Meiss elaborara esta teoría sobre el retorno duecentesco de la pintura toscana?. Es verdad que la pintura de Orcagna y su escuela muestra cierto arcaismo, pero según la mayoría de los historiadores del arte,  la escuela de Orcagna sólo sería una mas de las que surgieron en la Italia central tras la desaparición de Giotto. Pero no llegaría a desaparecer la tradición luminosa  que se inició con el pintor del Mugello y que desembocó en el Gótico internacional y posteriormente en los grandes maestros florentinos del primer quattrocento como Masaccio, Uccello, Fra Angélico y otros. No parece haber señas de tal regresión, de un oscurecimiento medievalista de la pintura posterior a la peste negra de 1348.

 

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Bernardo Daddi. Anunciación.

 

Meiss tomaba como uno de los fundamentos para su teoría los conocidos como “triunfos de la muerte”, una serie de pinturas murales que se hicieron en cementerios e iglesias de Florencia y Pisa. Para Meiss estos “triunfos” serían “un nexo secuencial entre la tragedia de la muerte y su exorcización a través del arte”. Pero investigaciones recientes sitúan la realización de los triunfos en años anteriores a la peste de 1348 y por tanto no podían suponer ninguna “reacción medievalista “ni a la peste ni a la muerte.

Parece que lo que realmente surgió en Florencia tras la epidemia y el shock traumático que ésta supuso, fue un amor desenfrenado por la vida, por la lujuria y por las riquezas y el lujo en el vestir. Sólo hay que leer las páginas del decamerón que escribió Boccaccio en los años posteriores a la peste: jóvenes de ambos sexos en la flor de la vida, hermosos y carnales, contándose cuentos en los que se exaltan la vida, el amor y el sexo.

Del libro de Meiss si comparto su profunda convicción sobre que las artes, al igual que la literatura y la filosofia, expresan los sentimientos y los pensamientos humanos. Lo que es más discutible es como se afectan y en que dirección evolucionan, si el dolor y la muerte producen un efecto retrogrado, si conducen a una mayor espiritualización o por el contrario marcan un despertar del amor por la vida y una exaltación de los placeres y de la belleza.

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Bernardo Daddi.

 

Teniendo presentes estas reflexiones, no sabemos como cambiará, después de la situación que vivimos, nuestro estilo de vida, nuestra manera de entender la vida, el arte, la amistad o el trabajo. Es lícito por tanto preguntarnos si después de un desastre de tales dimensiones será posible que todo sea como antes. En unos días volveremos a salir a las calles, además coincidiendo con una avanzada primavera, estación vitalista donde las haya. ¿ Seguiremos siendo los mismos?, no lo sé, pero estoy seguro de que no seremos peores, a lo sumo iguales que antes de recluirnos en nuestros mundos privados. Puede que esta bondad nos dure unos días pero luego llegará la dura realidad que nos espera y se borrarán poco a poco  las sonrisas que al principio nos dedicaremos unos a otros.

Habrá posiblemente un mayor deseo de cosas buenas y sencillas que la vida ofrece, el sol, los amigos, la familia, los sencillos paseos, los largos aperitivos entre conversaciones relajadas, el placer, en suma, de contemplar y disfrutar la belleza de las cosas. Porque sí, porque la belleza no se rinde facilmente a los embates de la vida, se modifica o se renueva. Del dolor y la muerte también surge la belleza, las más bellas elegías se escribieron con sus autores sumidos en el dolor más profundo.El arte occidental está lleno de vínculos con la muerte: el descendimiento de Van der Weyden, la crucifixión de Velazquez, la Pasión según San Mateo de Bach, todas surgieron de un dialogo interior con el dolor y con la muerte. Son miles, millones, las obras de arte que han surgido del dolor. Y aún lo siguen haciendo. Pero la belleza no desaparece, trasciende, y vuelve a ocupar su lugar. Volveremos a emocionarnos ante la contemplación de la belleza, no es posible que un cuadro de giottino o de Klimt nos dejen indiferentes, las salas del museo de Perugia volverán a abarrotarse, igual que todos los museos del mundo.

 

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Pietro Lorenzetti. Crucifixión. Basílica inferior de Asís.

 

No estoy en condiciones de asegurar que las epidemias determinen el arte en los años posteriores pero si puedo saber o al menos intuir, cual va a ser mi actitud cuando acabe esta maldita “peste” que nos ha tocado vivir. Estoy seguro de que volveré a salir con tranquilidad, con mascarilla o sin ella, volveré a abrazar a mis amigos, seguiremos compartiendo negronis y cervezas. Volveré a Madrid y a Salamanca, a Lisboa, a Londres y a Berlin. Me bañaré  en las playas y subiré las montañas que mis escasas fuerzas me permitan. Saldré a correr por los caminos cercanos a mi casa, pasearé al perro sin permiso y tan lejos como el quiera y yo pueda. Es decir, volveré a  hacer lo mismo que hacía antes, ni mas, pero tampoco menos.

 

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Pietro Lorenzetti. Madonna con niño, San Francisco y San Juan evangelista. Basílica inferior de Asís.

 

Y por supuesto que  regresaré a Italia, iré a tomar un café a Sant’Eustachio en Roma, y a tomar un spritz en Milán y a cenar en cualquier terraza del barrio de Brera, haré cola si es necesario para volver a entrar en los Uffizi, manteniendo la distancia de seguridad si me la exigen, porque no me quiero perder por nada del mundo volver a pasear por sus salas. Y también volveré a Nápoles, a contemplar la bahía más bonita del mundo, subiré a Capodimonte y bajaré hasta Mergellina y me acercaré hasta Di Matteo a tomar una marinara. Pasearé por el valle de los templos, subiré al Etna y los Dolomitas, compraré tantos libros como me quepan en la maleta y los leeré a la vuelta con la emoción de siempre, llenando mi casa de ilusión, de viajes y de recuerdos. Porque no pienso renunciar a nada de lo que inocentemente hacía antes y sí, tendré que ir en coche, tren o avión ( lo siento Greta) pues ir andando no entra en mis tenovados planes.

 

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Ambrogio Lorenzetti. Frescos del Palazzo comunale de Siena. Efectos del buen gobierno.

 

Y me reiré y brindaré y me pondré de nuevo en marcha. Y cuando sea necesario y convenga descansar me confinaré voluntariamente en mi casa, con los míos, para poner en orden tantas cosas que he visto. Tantos días de reclusión han afinado mis sentidos y me han reafirmado en mis ideas y mis gustos. Porque sé que era feliz haciendo lo que hacía y que seré feliz volviendo a hacerlo. No pido más, no renunciaré a lo bueno que la vida me ha dado. De esto estoy seguro. Y de pocas cosas más.

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Giottino. Crucifixión.

– FIN –

 

Nota: todas las imágenes que acompañan el texto están pintadas por pintores que murieron durante la peste de 1348. Excepto la que cierra el texto.

 


3 respuestas a “EL ARTE EN LOS TIEMPOS DEL COLERA

  1. Asombroso lo que he leido…sentimientos..
    abrazar a los amigos….y cervezas…la peste.Nos volveremos a ver pero ya no seremos los mismos pues daremos valor a las pequeñas cosas y a la VIDA.

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