FRA ANGÉLICO Y LA ANUNCIACIÓN.

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Figura 1. Anunciación (detalle). Fra Angélico. Museo del Prado, Madrid.

 

     El calor de la Toscana no es menor que el que sufrimos en los inclementes veranos de nuestra tierra, es más, cuando el día viene cargado de humedad la sensación de agobio es tal que estar a la intemperie es difícilmente soportable, casi insufrible. Una de esas tardes de agobio de un mes de agosto de hace unos años me encontraba con mi familia (perdonad la digresión personal) en la pequeña localidad de Cortona. En un intento desesperado de escapar del sol de plomo, buscamos refugio en su pequeño Museo Diocesano situado en pleno centro del pueblo y que prometía ser un lugar fresco donde resguardarse. Y sin preámbulos ni preparación previa me encontré de frente con una de las más conocidas obras de Fra Angélico y de todo el arte europeo, su Anunciación. Es difícil imaginar mi reacción, ¡ si yo sólo pensaba en huir del calor!. Fue una de las grandes sorpresas que mis viajes en busca del arte italiano me han deparado.
     Cuando vamos a un museo o a ver una exposición, se está preparado, sabemos más o menos lo que nos vamos a encontrar pero en mi caso el impacto fue tan grande e inesperado que me dejó atónito durante horas, produciéndose uno de esos momentos mágicos, únicos. de hechizo, que se dan de vez en cuando ante ciertas obras de arte.
     Esta introducción tan personal deja claro que mi intención en la entrega de hoy es hablar de Fra Angélico (Beato Angelico en Italia) y más concretamente de tres cuadros suyos muy relacionados entre si por compartir motivo, la Anunciación de la Virgen, y por haber sido pintados en un breve espacio de tiempo.
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Figura 2. las tres Anunciaciones de Fra Angélico.

 

     Fra Angélico ha sido un pintor controvertido; pese a su éxito inicial, incluso en vida, sufrió luego un largo periodo de irrelevancia, siendo denostado por muchos críticos sobre todo del siglo XIX que no vieron en él mas que a un pintor repetitivo de escenas religiosas de dudable mérito. No es hasta mediados del pasado siglo XX cuando Fra Angélico empieza a ser reconocido como uno de los grandes pintores de todos los tiempos y cuando se reconoce su obra como importante nexo de unión entre la pintura gótica y la renacentista.
     Fra Angélico nació en las proximidades de Florencia a finales del trecento y fue coetáneo de los grandes genios que vivieron en la ciudad toscana en aquellos años, como Masaccio, Donatello, Masolino da Panicale y Gentile da Fabriano entre otros. Son pocos los datos de su biografía que han llegado hasta nosotros. Se cree que pudo tener algún tipo de aprendizaje  con otro monje de una generación anterior a la suya, Lorenzo Monaco, uno de los pintores destacados del gótico internacional en Florencia. Otros en cambio especulan con que pudo aprender junto a Masolino y el menos conocido Starnina. Sí se sabe con certeza que en 1423 ya había ingresado en la orden de los Dominicos, concretamente en el convento de Santo Domingo de Fiesole. Su vida en el convento determinó que el contenido de su obra fuera totalmente religioso sin conocerse ninguna de temáticas diferentes. No cabe duda de que la contemplación de Dios así como la demostración de su existencia a través sobre todo de la luz, son elementos imprescindibles de su pintura. En una emocionante descripción nos dice Vasari: «Dicen algunos que Fra Angélico no ponía mano en los pinceles si no había hecho oración. No hizo jamás crucifijo que no humedeciese con las gotas de sus lágrimas». Exagerado, pero muy descriptivo. Esta exaltación religiosa de su pintura hizo que apenas retocase sus obras, apenas  se le conocen «pentimenti», pues la inspiración de Dios no admite correcciones.
     Su estilo sufrió cambios a lo largo de su vida. Quizá debido a su estancia en el convento destacó en sus primeros años como copista y miniaturista. Pero es indudable que no fue insensible a la influencia del nuevo estilo que traía Masaccio. Vasari nos cuenta que fue el primero en reconocer el valor del estilo de Masaccio y en adherirse, aunque sea parcialmente, a este movimiento. Incluso Longhi sospecha que pudo haber algún tipo de contacto personal y colaboración entre los dos pintores. Durante la estancia de Gentile da Fabriano en Florencia, alrededor de 1423, Fra Angélico imita alguna de sus características, aunque, añade Longhi, debió de hacerlo a regañadientes y quizá obligado por los comitentes, subyacendo siempre un potente sustrato masaccesco. A partir de 1433, cuando pinta el» Tabernáculo de los Linaioli» Fra Angélico cambia totalmente de estilo, abandona lo aprendido de Masaccio y comienza a realizar una pintura más «litúrgica», con una forma de «supranaturalismo» en la que la protagonista es la luz, estilo éste que ya no abandonará jamás y del que beberán pintores como Benozzo Gozzoli, su ayudante en Roma, Piero della Francesca y Domenico Veneziano entre otros.
     Sus últimas obras maestras (políptico de Perugia, retablo de San Marcos y frescos de la capilla NIccolina del Vaticano) marcan una apertura hacia una visión más humanista, pero todavía formulada con su estilo luminoso y cristalino.

 

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Figura 3. Anunciación de la Virgen. Masolino de Panicale. National Gallery de Washington.

 

   Las obras de las que quiero hablar hoy, las tres «Anunciaciones» de Fra Angélico (la de Cortona, la del Prado y la de San Giovanni Valdarno) pertenecen al periodo inicial de sus años «de luz» cuando todavía no se había deshecho del todo de la influencia de Masaccio. Las tres Anunciaciones toman como modelo la que poco antes había pintado Masolino ( National Gallery de Washington)(fig 3) y que a su vez sigue el modelo que inició el famoso  y milagroso fresco de la «Annunciazione» de la basílica de la Santissima Annunziata de Florencia.
     Pese a que a los tres cuadros se realizaron en un breve espacio de tiempo es difícil aventurar un orden cronológico entre ellos. La que más problemas plantea es la del Prado para la que se barajan fechas entre 1426 y 1435. En cambio las dos restantes parecen situarse con bastante seguridad entre 1430 y 1432. La Anunciación del Prado que fue inicialmente pintada para el convento de Santo Domingo de Fiesole, fue vendida por los monjes a Mario Farnese que a su vez la regalo al Duque de Lerma, valido de Felipe III, rey de España, por lo que el cuadro terminó en las colecciones reales.
     Pese a las similitudes manifiestas entre los tres cuadros, hay también evidentes diferencias. La Anunciación de Cortona ( Museo Diocesano, Cortona) (fig 4), la que me emocionó aquella tarde calurosa de verano, es quizá la más completa. La riqueza de los ropajes es sencillamente maravillosa ,¡ qué divino color el rosa del tejido, qué proliferación de oros!. Es muy original como Fra Angélico hace hablar al ángel, con palabras escritas que salen de su boca, como en un cómic del siglo XV (fig 5).
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Figura 4. Anunciación de la Virgen. Fra Angélico. Museo Diocesano de Cortona.
     La Virgen responde al ángel , por lo que la linea intermedia del diálogo está escrita en sentido contrario. El gesto de Maria,( fig 6) ¡ qué gozo de figura!, lleva escrito la aceptación al encargo del ángel; pero esta aceptación ya no lleva asociada, como en las pinturas góticas, el retraimiento de María ( pensad en Simone Martini). El ángel de Cortona ( fig 7) es el único de los tres que no lleva cruzados los brazos en el pecho, dirige un dedo hacia arriba, hacia Dios y con el otro señala a María, remarcando su carácter de mediador en el mensaje divino.
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Figura 5. Detalle de la Anunciación de Cortona.
     El marco arquitectónico ya avanza hacia el renacimiento, todavía es simple, incongruente en el tratamiento de la luz que parece llegar desde diferentes sitios, pero permite un encaje perfecto de ambas figuras. El punto de fuga del cuadro se dirige hacia el exterior del pórtico, hacia el jardín, donde unos pequeños e inexpresivos Adán y Eva «juegan a la expulsión del paraíso» en palabras de Longhi. No me resisto a escribir aquí la descripción casi cruel que hizo el mismo Longhi del cuadro: «Curva floral en las alas angélicas, rostro de llama rosa, cuerpo que nos quiere convencer de cierta solidez por la caída de la túnica por los costados ( de la Virgen); portiquillo de azúcar en una perspectiva decididamente precipitada; noche gótica en un país de fábula en el que Adán y Eva juegan con un ángel a la expulsión del paraíso terrenal».

– Figuras 6 y 7-

     Todavía persiste alguna reminiscencia del gótico como en la separación de las figuras por la columna central del pórtico, al modo de los antiguos compartimentos de las palas de altar góticas, las manos con dedos largos y afilados que nos llevan inevitablemente a Masolino, la riqueza de los detalles de las flores del jardín, casi propios de Lorenzo Monaco. No me importa el estilo por momentos confuso de Fra Angélico, que nos demuestra que es todavía un pintor indeciso. Pero ya es capaz de llegarnos al corazón desde que observamos su cuadro por primera vez.
     La Anunciación del Prado ( fig 8), la que más veces hemos disfrutado en directo, es dulcemente maravillosa por la luz que envuelve todo el cuadro. Es una atmósfera divina, sobrenatural, que engaña a nuestros ojos y los eleva a una contemplación gozosa del misterio. El ángel es tan perfecto ( fig 9) que desde el principio nos atrapa.
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Figura 8. Anunciación del Prado. Fra Angélico. Museo del Prado, Madrid.
     Pero, ¡ qué pasa con la Virgen!, no nos logra convencer, su rostro es inexpresivo, de una frialdad que no entusiasma, no atrae, casi provoca rechazo. Es una anomalía entre tanta belleza. Fra Angélico cambia el concepto de su obra en pequeños detalles. El punto de fuga ya no nos lleva al exterior del pórtico, se dirige al interior de la habitación de María. Pero ya no hace falta que la fuga del cuadro dirija nuestra mirada hacia la expulsión de Adan y Eva, Fra Angelico los pinta de mayor tamaño que en la Anunciación de Cortona. Pero tampoco estas figuras nos convencen, no muestran desesperación ni sufrimiento, como mucho un leve dolor de muelas en Adán. Masaccio hubiera vuelto la mirada. Fra angélico  quiere remarcar el mensaje litúrgico y establece una continuidad entre el pecado de los primeros padres y su posterior redención a través de la Anunciación y la consiguiente pasión y muerte de Cristo. No olvidemos que Fra Angélico nos quiere transmitir un mensaje a través de su pintura y lo hace de una manera clara y bellísima.
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Figura 9. Detalle de la Anunciación del Prado.
     La Anunciación de San Giovanni Valdarno (fig 10) es la menos conocida de las tres puesto que se halla en un pequeño museo fuera de los circuitos habituales, pero está a un nivel similar en cuanto a su calidad. Nuevamente destacan la brillantez de las figuras del ángel y de María. En esta ocasión Fra Angélico no separa la expulsión de Adán y Eva sino que la acoge en el espacio que ocupa el ángel, remarcando de este modo la atención en el misterio de la Anunciación sin que nada nos distraiga. Es el cuadro de los tres que presta mayor atención a la descripción de los detalles que son pintados con enorme detenimiento lo que quizá va en detrimento del aspecto místico del cuadro..
     Pero es difícil escoger una entre las tres tablas pintadas por Fra Angélico, las tres son maravillosas, cada una me gusta por su estilo, cada una con sus detalles y peculiaridades que nos emocionan mientras las contemplamos. Fra Angélico está en un periodo de evolución, de cambios, desde la pintura tardogótica a una pintura claramente renacentista en su concepción. No caigamos en la crueldad de Longhi. Quizá algún día podamos disfrutar contemplando las tres Anunciaciones juntas, soñemos con ello, sería un momento inolvidable. ¿ Qué tienen estas obras que nos hipnotizan, que secuestran nuestra mirada?.
     Fra Angélico después de una vida prolífica e intensa, terminó sus días en Roma, lejos de su natal Florencia, trabajando en la decoración de la iglesia de Santa María sopra Minerva ( parece que por encargo del cardenal español Torquemada, qué paradoja) y por eso allí reposan sus restos. El genial Vasari nos cuenta en sus «Vidas» el epitafio que hay escrito en su tumba:

«Que no me alaben por haber sido otro Apeles / sino por haber dedicado a ti, Cristo, todo beneficio,/ pues unas obras permanecen en la tierra y otras en el cielo./ A mi, Giovanni, la ciudad, la flor de Etruria, me trajo al mundo.»

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Figura 10. Anunciación de San Giovanni Valdarno. Fra Angélico. Museo de Santa María delle Grazie.

– FIN –

 


3 respuestas a “FRA ANGÉLICO Y LA ANUNCIACIÓN.

  1. Gracias por este trabajo lleno de información clara y sencilla que logra transmitir la emoción de quien lo escribió pero que sobre todo ilustra de manera lúdica una parte de la magnífica obra de Fra Angelico.
    Saludos!!!
    Verónica Arredondo Paulin

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